Introducción


El tránsito por la universidad nos llevó, inevitable y casi desesperadamente, a profundizar la búsqueda en la historia, ¿pero qué historia? ¿Qué buscábamos? En la facultad circulaban las corrientes y relatos que debían estar en una institución educativa y entre las opciones que nos otorgó la oferta académica, estaban aquellas que mediante sus contenidos indagaban y cuestionaban sumando «lo latinoamericano». En estas estaba presente la intención de «recuperar la potencialidad teórica de concepciones que habían impregnado la vida y la trayectoria de las clases populares latinoamericanas, cuya validez conceptual era negada en los claustros académicos» Argumedo 2004.

Argumedo, Alcira. (2004). Los silencios y las voces de América Latina: notas sobre el pensamiento nacional y popular, Buenos Aires: Colihue.

En ese camino, oímos la frase de Walter Benjamin «pasarle a la historia el cepillo a contrapelo / Die Geschichte gegen den Strich zu bürsten» 1

Benjamin, Walter. (1995). La dialéctica en suspenso. Fragmentos sobre la historia, Santiago de Chile: ARCISLOM, pág. 53.

y enseguida entendimos que esa tesis encarnaba, más allá de una linda combinación de palabras, una especie de disputa a las versiones oficiales, oponiéndole a estas la tradición de los oprimidos.

Pero la intención no fue negar las corrientes de pensamiento oficializadas, sino integrar los campos del conocimiento, servirnos de sus experiencias y elaboraciones teóricas e intentar forzar sus límites, con la pretensión de recuperar el valor político de las experiencias de los países latinoamericanos haciendo hincapié en aquello que no se cuenta, se oculta o se margina. Como es el caso de las mujeres. En el proceso de emancipación de los pueblos latinoamericanos su participación fue decisiva aunque no redundan en las bibliografías consultadas. Durante el proceso de independencia formaron parte dentro y fuera de las filas de los ejércitos revolucionarios: fueron soldadas, generalas, capitanas, enfermeras, cocineras, entre otras funciones. Sin embargo, como los indios e indias, negros y negras, no fueron incorporadas a la historia por más que su participación haya sido fundamental. Así las soldaderas, juanas, cholas o guarichas serán relegadas también dentro de la construcción del nuevo orden ubicándolas bajo relaciones de subordinación que la independencia no logró suprimir, pero que hicieron de esa desigualdad los cimientos para la lucha del movimiento de mujeres hasta la actualidad. Sin duda este sigue siendo nuestro compromiso, y es esa búsqueda la que nos exige una lectura de las huellas y signos que deja el pasado en el presente, que es así como el pasado nos llega.

En el siglo XXI se produjeron en distintos países de América Latina movimientos políticos, económicos y sociales que buscaron, cada uno en su patria, llevarnos a un proceso de igualación social e integración regional. La cabeza visible de ese proceso fue el líder político y presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, que logró generar un liderazgo regional como hacía mucho tiempo no se veía en la región.

Chávez fue quien empezó a recuperar la historia de la independencia inconclusa del siglo XIX, junto con el liderazgo histórico de la República de Cuba, quien convocó a los diferentes gobiernos de América a llevar a cabo la epopeya de la unión para lograr consolidar la soberanía en el siglo XXI. Así aparecieron nuevas instituciones como Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y se buscó fortalecer otras como el Mercado Común del Sur (MERCOSUR). De esa manera, gobiernos de países como el Estado Plurinacional de Bolivia o Ecuador tuvieron un respaldo regional inédito, que incluso frenó el avance de dos golpes de Estado.

Los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil y del Frente para la Victoria (FPV) en la Argentina buscaron atravesar sus contradicciones para sumarse a un proceso extremadamente complejo. El hito de la no aceptación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en la Argentina, donde Néstor Kirchner y Cristina Fernández lograron conducir una política opuesta a los designios neoliberales, puso a toda la región en la búsqueda de un proyecto que pudiera contener al pueblo relegado. En ese sentido, el avance permitió el mejoramiento de la calidad de vida de muchísimos compatriotas junto con el recrudecimiento del odio visceral de las élites y sectores dominantes de cada país apoyados, en todo el devenir histórico, por factores externos. Los golpes de Estado de nuevo tipo, como los provocados en Paraguay y Brasil, sumados a los más clásicos producidos en Honduras y Haití, pusieron un interrogante en la continuidad de un proceso que a todas luces tiene a las mayorías populares como sus principales beneficiarios/objetivos de sus políticas. El camino a la emancipación permanente denominado como nueva izquierda, popular, populista, entre otros, pone al Estado como instrumento fundamental en beneficio de los intereses de los pueblos y en evidencia, a los sectores dominantes que no están dispuestos a que esos gobiernos continúen. Teniendo en cuenta los ejemplos históricos de procesos de emancipación íntegros, tales como los de Estados Unidos, Alemania, China o Japón, entre otros, vemos que estos se construyeron a través de la rebelión a la impuesta ideología dominante, acompañada por un trascendental impulso estatal, haciendo posible el desarrollo científico tecnológico e industrial, protegiendo su mercado interno, y por ende, construyendo el poder que les permitió ser naciones participes del concierto mundial de un modo soberano Gullo 2014.

Gullo, Marcelo. (2014). La insubordinación fundante. Breve historia de la construcción del poder de las naciones, 3.a ed., Buenos Aires: Biblos y Politeia.

América Latina unida sigue siendo una expresión de deseo, una búsqueda hacia un camino necesario para ser fuertes en cualquier negociación internacional, la división en veinte países sigue siendo un resultado logrado por los imperios del siglo XIX y XX para dominar la región fácilmente. La coyuntura actual hace necesario continuar la construcción del sentir latinoamericano. Los avances y los retrocesos recientes nos vuelven la mirada hacia la historia. Pero no como una serie de datos facticos o anecdóticos, sino como la política del pasado, teniendo presente que la del presente será la historia del futuro.

Los resultados de la correlación de fuerzas han sido desfavorables para los sectores populares, se ha roto el tejido social que en gran medida logra repararse cuando hay gobiernos que sientan posición a favor de las mayorías y el debate en torno al pasado nos da herramientas para imaginarnos un futuro posible.

No creemos que estemos destinados a nada --pensando en Estados Unidos y su destino manifiesto-- pero sabemos que doscientos años de desunión han logrado impedir a los pueblos obtener una soberanía plena y una emancipación permanente.

Esperamos que este material introductorio de difusión histórico-político sea una herramienta útil para quienes emprenden el camino de conocer una historia que nos es propia, pero que aún se sigue mirando de reojo.